Juntos enfrentamos retos, compartimos risas, y viajamos a lugares que siempre recordaremos. Lo que aprendimos es que el verdadero viaje no era solo físico, sino emocional, y que nuestro amor solo se fortalecía con cada paso que dábamos. Así fue como nacieron los puchines, un término solo nuestro, que simboliza todo lo que más amamos y lo que nos hace únicos. Él, seguro de sí mismo pero siempre dispuesto a hacerme feliz; yo, comprensiva y con la capacidad de entenderlo como nadie más. Hoy, en nuestra boda, no solo celebramos nuestro amor, sino nuestra promesa de seguir siendo siempre los puchines: el uno para el otro, sin importar lo que venga. Porque para nosotros, ser puchines es ser todo.